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El ejército de los Estados Unidos utiliza versiones Diesel de la rústica moto japonesa.
Los Marines de los EE. UU. buscaban una moto que pudiera ir prácticamente a cualquier lugar y en cualquier situación. Sin embargo, tenían un requisito bastante único: tenía que funcionar con JP-8, un combustible utilizado en aviación similar al Diesel.
Todo en el ejército norteamericano, desde los Hummers hasta aviones a reacción, funcionan con JP-8. Esto es así por motivos prácticos, ya que de esta manera se evita la logística de transportar al frente de batalla distintos tipos de combustibles y contenedores. El problema es que nadie fabrica motos Diesel.
Entra en escena Hayes Diesel Technology, un contratista militar que trabaja con motos desde la década del 70. Comenzando desde una buena base, como lo es la indestructible Kawasaki KLR 650, los muchachos de Hayes reemplazaron el motor original por uno de diseño propio. Otras modificaciones, como una batería AGM, nuevas suspensiones, un tanque de combustible Acerbis de 22 litros, pedalines más anchos y un protector de carter completaron el modelo que fue vendido a las fuerzas armadas de los EE. UU. y otros países aliados.
El nuevo impulsor es más práctico para su uso militar, pero tiene sus desventajas. Es muy lento saliendo de abajo y le cuesta bastante agarrar velocidad. Por otro lado, es extremadamente económico en el consumo de combustible. Con un consumo de más de 40 kilómetros por litros, la autonomía de la KLR Diesel se va a casi 900 kilómetros.
Hayes había planeado ofrecer una versión para uso civil, pero la demanda militar fue tan alta que no valía la pena desviar recursos a ese proyecto. Es por eso que los pocos ejemplares que llegan al mercado civil como excedente militar suelen venderse por un precio más alto que una KLR 650 nueva.